Sucesos
Intenté buscar a mi
papá, realmente me urgía hablar con él, pero abajo había mucha gente, demasiada
gente. Mi cabeza comenzaba a doler, todo el cuchichear de mis parientes
irritaba mis tímpanos, estaba nerviosa, solo quería volver a la comodidad de mi
casa, ir directo a mi cama y esconder mi cabeza bajo las almohadas.
-Lily, fíjate por donde andas
¿quieres?
-Perdón tía.- Me giro abruptamente
para encarar a Mara. Acabo de pisarle un pie.
Ella solo se limita
a mirarme desaprobatoriamente y se marcha, está llevando cosas a su auto, las
llevarán a casa de Giselle para la parrillada de mañana.
La tía Estela nos
invita a desayunar pero yo digo que no y obligo a mi hermana a decir lo mismo. Ahora
ella está reprochándome y está diciendo que tiene hambre y que por mi culpa
morirá a causa de su estómago vacío, si claro.
Jadyn, mi
irrefutable amiga desde que tengo memoria me llama.
-Así que, ¿no crees que vallan a
volver antes? Tenemos mucha tarea, más de la que puedo contar.-Me dice.
-No, lo siento, tendrás que
arreglártelas tu sola esta vez.
-Bien, eso intentaré. Pero de verdad
haz todo lo posible por volver antes.
-Trataré. Debo irme.
Cuelgo sin esperar
su respuesta. Gina está aquí y me pide que le ayude a picar unas cuantas
verduras para lo de mañana. Y para cuando termino ya me pidió hacer otros
deberes por ella, quitándome así tiempo para buscar a mi padre y pedirle que
volvamos. Tenemos que volver.
Llega la noche, ni
siquiera pude dormir bien, no pude
hablar con mi padre en todo el día, cuando creí que podría una de mis tías lo
mandó a comprar sodas y cerveza, y podría apostar a que la segunda y última vez
que lo vi estaba fumando con uno de sus hermanos. Él no fuma, claro que no pero
lo vi.
Y ahora estaba
durmiendo con Kennedy otra vez porque ella dice que aún cree que tendrá
pesadillas, y realmente no es cómodo estar aquí con las gemelas en un colchón
inflable… una de ellas se hizo pipi ayer, mientras dormía.
***
Fuimos directo a casa
de Giselle y Carl.
Laura está ansiosa
por mostrarles a las primas su habitación. Después ellas volvieron se sentaron
en la mesa y comenzaron su desayuno. Yo aún estaba inquieta.
El día anterior no
habíamos podido comer mucho, tan solo rebanadas de pan que tomé sin que me
vieran. Un plato de cereal que no nos ofrecieron y botanas. Todo por mi extraña
desconfianza hacía la casa de Estela. No me parece que debiese tener esos
pensamientos, pero era inevitable.
-Tengo un hambre tremenda. ¡Quiero
mucha comida! – Le dijo Mika a las tías que servían comida.
Así las niñas
desayunaron, y aunque yo tenía el hambre más voraz de toda mi vida, no tomé ni
un trozo de esa tarta de queso que parecía estar gritándome “¡Cómeme, cómeme!” Preferí leer una
revista con noticias de la farándula que no me interesaba saber. Pero es que
Gina no leía nada bueno, además de la sección de finanzas en el periódico, y
solo porque Carl estaba interesado.
Leer chismes en
lugar de comer. Si mi madre estuviera aquí y se preocupara por mí, me habría
visto, me habría regañado y me habría hecho comer. Pero solo tenía a mi padre
aquí y… no aquí, si no con mis tíos preparando el asador. Era temprano, más o
menos las diez de la mañana; pero no
tenían nada mejor que hacer, supongo.
La casa de mis tíos era mejor que la de
Estela. Porque de alguna manera esta si se sentía como un hogar cálido y
reconfortante. Con cinco niños corriendo por todas partes, todos los días,
supongo que hacían del ambiente algo más feliz.
Jeff, Laura, David, Lucas, Edwin. Mis primos
anfitriones. Comenzaban con él mayor de diecinueve, luego ella de quince,
siguiendo con once, cuatro y el bebé de cinco meses de edad.
A pesar de que los
escuchaba gritar y jugar, mi falta de alimento se lo cobró dejándome dormida en
el sillón con la revista en mi regazo.
-¡Lily, vamos a comer!- Me gritó
Keyla en el oído. Despertándome.
Las pequeñas gemelas
estaban ahí observándome y tirando de mí para llevarme al patio donde la
“celebración” había comenzado, hace un buen rato según pude ver. Miré
desconcertada las paredes en tonos mate despabilándome y encontrando el enorme
reloj ahí colgado. 1:21, marcaba. Me sentía cansada. Supongo que era normal. Y
mi padre ni siquiera había ido a buscarme.
Si había alguien que
me hiciera feliz y cómoda sin falta una sola vez. Era Chase. Juro que si no
fuera mi tío… Bueno dejémoslo así. Pero sí que es atractivo. Es todo un
caballero, es todo lo que cualquier mujer busca en un hombre. Supongo yo.
Puesto que no eh tenido mucha experiencia en ese ámbito. Justo cruzaba la sala
de estar para –supuse- ir a la parrillada en el patio trasero. Se detuvo un
momento para mirar su alrededor. Detuvo
la vista en las paredes, luego en los retratos de sus sobrinas, de su hermano y
su esposa. En el enorme cuadro que el mismo pintó y le regaló a Carl para su
cumpleaños número 37. Luego miró el sofá que le obsequió cuando cumplió 30.
Sonrío ampliamente con aspecto de añoranza, de esos días que pasaba en esta
casa. Yo lo sé bien. Es algo que comprendo. Ellos dos eran tan unidos como lo
era mi padre con Tom; a ellos los separó el matrimonio de Tom, a Carl y Chase
los separó el éxito de Chase en su empleo. Conforme pasaban los años menos se
veían, hasta llegar al punto en que ni por una llamada se comunicaban. O quizás
dos al año.
Chase es mi tío,
pero no lo veo de esa manera, más bien como un amigo, o un hermano mayor, al
que no puedo ver seguido por su trabajo. Es tan genial. Tiene veinticinco años,
demasiado joven, a como lo juzgo yo, para ser mi tío.
Es de la clase de
persona que tiene redes sociales, un departamento genial y una vida de locura.
Es impresionante. Supongo que ha tenido más novias que todos sus hermanos
juntos, pero es algo que no me atrevo a preguntar. Él y yo nos comunicamos
seguido, por teléfono, mensajes de texto, esas cosas. Cuando tengo dudas sobre
cualquier cosa, incluyendo tareas incomprensibles es a él a quien acudo. Porque
según parece es el más inteligente de la familia. Yo se lo dije, y
definitivamente es así.
Dejó de repasar sus
recuerdos y reparó en mí y las gemelas que seguían aplastándome sin que yo me
diera cuenta, porque me quedé pasmada con la imagen de Chase frente a mí, su
camisa negra, sus jeans oscuros. Ese cabello que parece nunca peinar pero que
jamás se ve mal. Tiene un color de piel parecido al de Ann, de hecho ellos se
parecen bastante; ambos tan distintos de mi padre.
-¡Hey! ¿Ahora eres niñera?- Me dice
al verme con las niñas empujándome y gritando.
-Algo así, creo- Sonrío, a pesar de
que Kennedy ha tirado de mi cabello.
La miro molesta.
Chase solo se ríe, le parezco una niña seguramente. Y seguro eso no cambiará.
Es mi tío después de todo.
-Ya quería verte Lily.- Me dice.
Ambos nos acercamos
él sin problema, y yo evadiendo a dos muñecas pesadas. Nos abrazamos, me
levanta un poco del suelo y sonrío ampliamente.
-Llegas tarde- Le dije.
-Y habría llegado más tarde aún de
ser posible.- Contesta.
Yo lo comprendo; él
no es de reuniones, no de estas al menos. Él sabe divertirse y divertir a los
demás, pero no en un ambiente de cuñadas frustrantes.- Además, tuve unos
inconvenientes con el auto, ya sabes.
Las pocas veces que
nos visita es de lo más entretenido. Pero aquí es otra cosa, lo sé porque él me
lo ha dicho, detesta ver a las esposas de sus hermanos y hermana, dice que sin
ofender a mi madre. Claramente eso a mí me tiene sin cuidado; total que ni
siquiera nosotros –mi papá y yo- le importamos.
Así con abrazo y
todo entramos a la parrillada, donde todo comienza y termina.
Yo hablaba con
Chase, me ponía al tanto, decía que tiene viajes programados para todo el año y
quizá el siguiente, todo un chico de negocios. Me da gusto por él, incluso lo
felicito. Pero la realidad es que me da algo de nostalgia que no lo podré ver
por mucho tiempo. Quizá sea hoy el último día que le vea hasta la próxima vez
que esté disponible.
-Hay que bailar- Me dice Mika al
oído.
Salgo de mis
pensamientos, Chase fue a saludar a mi padre. Miro a mis primos que supongo que
están bailando, no sé, esos movimientos extraños y brincos por doquier no son
algo que haya aprendido en mis años de vida. Pero me uno a ellos sin pensarlo,
eso quiere decir que Mika y yo estamos bien, que aún en estos tiempos nos
necesitamos para complementarnos y que pienso en la diversión antes que en lo
que pudiese decir mi adorable tío de mí.
Terminé con dolor de
pies y un poco mareada por no comer y esforzarme, pero bien valió la pena;
nunca había danzado tanto.
Vi como las hermanas
de mi padre peleaban a lo lejos mientras todos mis primos y yo descansábamos de
tanto saltar. Al parecer Ann era regañada, pero podía ver que a ella poco le
importaba lo que su hermana le dijera. No era raro, a ella jamás le afectaba.
Al parecer toda la
familia había entrado en la riña, al menos los adultos. Pude ver como Gina se
alejaba del pequeño Edwin, se puso a llorar tan desconsoladamente que no pude
dejarlo ahí y fui a abrazarlo, traté de calmarlo pero sólo atraje la atención
de Laura y Jeff.
-¿Qué le haces? – Preguntó Laura.
-Tu madre lo dejó aquí y no dejaba
de llorar.
-Si como no. ¡Suéltalo y dámelo a
mí!
Claro, ahora era yo
la malvada que vino aquí para hacer llorar a un bebé. La miré con indignación,
era ridículo que una chica menor que yo viniera solo para regañarme, aunque el
bebé fuera su hermano, no tenía porque hablarme así.
-Ni siquiera sabes cómo son las
cosas. Cálmate. Sólo quería ayudar – Dijo Jeff en mi defensa, creo.
-No defiendas a esta Jeff.- Contestó
ella.
-¿Esta?- Creo que eso era bastante descortés.
-Basta ya niños.- Nos reprendió
Chase, que acababa de quitarme a Edwin de los brazos.
-Genial. – Concluyó Jeff que fue por
más comida.
Nunca he podido
entender lo que hay en su cabeza, es todo un enigma para mí, jamás he logrado
interactuar con él, de una forma humana. Es raro. Pero me apoyó. Y Chase, pues
claro, es de esperarse, y lo digo porque prefiere mil veces lidiar con un bebé
llorón que con una turba de gente alterada.
-Gracias- Le digo a mi tío.
Él se limita
sonreírme pícaramente. Si no fuera mi tío…, me distraigo por lo que escucho del
alboroto que han causado todos.
-¡Muéstrame tus papeles!-Gritó Mara.
-Claramente no los tengo Mara ¿Acaso
crees que llevo algo así conmigo?- Gritó Estela.
En parte yo estaba
confundida. No sabía de qué hablaban realmente.
-Discuten sobre la herencia.-Me dijo
Chase, mientras balanceaba a Edwin.
-No los entiendo. Todos tienen
dinero ¿por qué pelearse por unas cuantas tierras del abuelo?
-Ese es el problema Lily, tienen
tanto, que efectivamente quieren más, siempre querrán más.
-Bien iremos por más cerveza,
tranquilos.-Dijo el tío Carl a lo lejos, invitando a mi padre a que le
acompañara.
-Carl, es tú casa deja que yo
valla.-Propuso mi padre. Así es Derek, siempre se ofrece para hacer las cosas.
Carlo no lo pensó
mucho. Pareciese que eso es lo que quería que ocurriera.
-De acuerdo, pero usa otro auto, no
gastes gasolina del tuyo.
-¡Usa el mío!- Ofreció Chase a mi
lado.
-Genial, finalmente correré en esa
belleza.
Mi padre parecía
extremadamente feliz ante la idea. Chase le lanzó las llaves. Mi papá se
precipitó a la salida. Mika y yo nos acercamos a él instintivamente.
-Llévanos contigo- Pidió Mika, antes
que yo.
-Chicas, tranquilas, no está lejos y
quiero correr en esa lindura, saben que yo quería conducirlo, les hablé de eso.
Y sí que lo hizo, no
paró de hablar del auto, por lo que me parecieron horas, antes de llegar a casa
de Estela.
-Pero quiero subirme al auto.-Repuso
ella.
Hizo la cara de niña
buena que siempre hacía que papá aceptara todo. No funcionó.
-Deja que valla Mika, ven y come un
trozo de tarta de manzana. La traje sólo para ti.-Dijo Estela. Así era fácil
convencerla.
-De acuerdo- Dijo, aún no muy
satisfecha.
-Ve amor, volveré pronto.-Dijo él
mientras le besaba la frente y acariciaba su cabello rápidamente.
-Cuídala mientras no estoy, sabes
cómo es.- Me guiñó un ojo.
Era así, Micaela no
podía permanecer más de dos minutos sin hacer algún desastre donde quiera que
estuviera.
-No hay problema. Pero no aceleres
mucho. Ten cuidado.
-Lil, no voy tan lejos, estaré más
rápido de lo que me estoy despidiendo.
A veces él me decía
Lil, era el único que acortaba más mi nombre, y me gustaba porque era la manera
en que sabía que era única y especial para él.
-Derek, queremos esas cervezas para
hoy.-Gritó Marshall el esposo de Mara.
Que idiota.
-Ya voy.-Le respondió. Y luego me
miró- Es hora.
A veces hay que
prestarle más atención a las sonrisas, para aprender a identificar la
diferencia entre una y otra. Esta era de despedida, ahí lo comprendí. Besó mi
frente, intenté abrazarlo pero debía irse. También sonreí pero no sé si se dio
cuenta.
Me dije que volvería
más pronto que nada, y me diría entonces lo dramática que fui. Me giré para
encontrar a una Mika feliz y reluciente, con su trozo de tarta de manzana.
-¿Quieres algo de leche para
acompañarla?-Le Preguntó Estela.-Pídele un poco a Gina, debe tener en la nevera.
-¡Sí!-Mi hermana estaba emocionada y
hambrienta.
Gina fue en busca de
la leche.
-Ven conmigo, puedes tomarla en la
cocina.
Lucas, Keyla y Dana
también quisieron ir con Mika a comer sus rebanadas. Yo no sabía qué hacer en
realidad, tenía mucha hambre, pero no quería comer. Mi padre no estaba, Mika
comía, todos charlaban. Y entonces pude ver la sonrisa de Mara, Estela y…
-¿Derek se fue ya?-Preguntó Chase
alarmado, a nadie en especial.
-Sí, ¿por qué la pregunta?-Contestó
Marshall extrañado.
-¡Carl! Recuerda, a mi auto no le
sirven bien los frenos.
Y ahí fue cuando me
di cuenta de que nada estaba bien de verdad. Mis ojos se abrieron tanto que
creí que se me saldrían. La preocupación ocupó cada parte de mi ser.
-Alcánzalo y dile- Gritó Mara. Y lo
pensó mejor- Llámale al móvil.
Chase tecleó
alarmado, pero su teléfono estaba en la mesa de la comida, allí junto a los
pimientos y la cerveza de alguien. Yo sentía que no podía respirar. ¿Qué rayos
pasaba y que rayos podía hacer yo?
-¿Dónde está tu hermana Liliana?
-Adentro.- Dije sin pensar
realmente, no me di cuenta de que era Ann quien preguntaba.
Un estrepitoso ruido
me asustó de verdad. Todo fue parecía ir a una velocidad desconocida, escuché a
mis primos gritar. Keyla salió disparada con su madre, la miré desconcertada.
Se escuchó el resonar de vidrios rotos, y luego algo más que había caído, algo
pesado. Ann se apresuró a la cocina, a donde provenía todo, creí que no podía
moverme, o iba muy rápido. Miré a los lados, nadie se movía. Chase que no había
escuchado el estruendo se quejó.
-¿Cómo es posible que no lleve su
teléfono?
Él corrió hacia
afuera. El amigo de Carl – que no había notado- salió también. Carl se apresuró
a la cocina, después de mí.
Sentí que todo daba
vueltas.
-¡Carl! – Gritó Gina alarmada.-
¡Dime que le pasa!
No podía creerlo.
Ahí en el suelo, tan lejos y cerca de mí. Estaba ella. Mi hermana yacía en el
suelo. Micaela estaba en el suelo de baldosas con la mirada perdida, las manos
en puños y la boca llena de espuma. Vidrios rotos a su alrededor, resaltando la
palidez de su piel; un color sin vida. Esperaba que a pesar de que tenía los
ojos mirando al infinito, el leve movimiento de su pecho me dijera que seguí
con vida, pero nada. Esperé lo que me pareció una eternidad, pero no se movía
ni un centímetro.
Escuchaba voces a mí
alrededor, sentí como pasaba Gina con Lucas y Dana a mi costado, pude ver
fugazmente como Carl se acercó al cuerpo inerte de mi hermana intentando
inútilmente que se moviera. Ann apartó a su hermano de ella. Dijo algo sobre,
esperar. Esperar a que la autoridad llegara, no podía oír. Solo los lejanos
llantos de los pequeños, la alarmada voz de Gina gritando y suplicando.
Y luego…
La mía, mi voz que
había reaccionado a la conmoción de ver a mi pequeña hermana en el piso. Corrí
a ella, me dejé caer de rodillas hasta que pude sujetarle la cabeza y los
brazos. Grité su nombre.
-¡Mika, Mika- Esperé respuesta-
Mika, Mika!-Grité con todas las fuerzas que pude. Esperé una respuesta que
sabía que no recibiría.
La abracé como pude.
Grité aún más. No me di cuenta de que lloraba, no me di cuenta de que Jeff
apareció; de que me levantaba del suelo y me llevaba lejos de mi hermana.
Intenté forcejar, pero mi cuerpo no respondió a lo que pedía.
En el sofá, estaba
peor que antes, no entendía porque me sentaban ahí. Esperé. Y solo conseguí que
todo fuera peor.
-¡Carl!-Gritó Chase que había
vuelto.- ¡Carl, Derek, Derek tuvo un accidente!
Miré a Chase
desconcertada. ¿Mi padre? ¿Acaso él dijo que Derek tuvo un accidente?
Entonces Carl le
dijo todo.
Así todos estaban
doblemente alterados. Chase no podía ni hablar, el esposo de Mara fue quien
explicó a ella, Ann, Carl y Estela que escuchaban atentamente como había sido
el aparatoso accidente. Derek se había impactado contra una camioneta, una
enorme que apenas iba a dar vuelta en esa calle, al no percatarse de esto, mi
padre se impactó contra él. Al no tener frenos, no pudo detenerse ni un poco
antes de la tragedia. De la familia del coche, están todos bien. Y mi padre,
parece que no se salvó. ¡Estúpidos frenos! ¡Estúpido Chase, que no recordó
decirle eso a mi padre!
-¡No, Derek no, mi hermano no puede
estar muerto!-Gritó Mara.
-No es verdad Chase. No.- Gritó Carl
al borde de las lágrimas.
Chase ya lloraba. Y
fue a consolarse junto a Edwin. Jeff me miró, pura e inigualable lástima en su
mirada.
Y mi vida se apagó
en ese instante.
Mi familia. Mi
hermana, mi papá. Todo se había esfumado. ¿Por qué ellos? ¿Por qué solo ellos?
Si mi familia me iba a abandonar… ¿Po qué yo estaba aquí? Si la vida sabía que
me quedaría sola ¿por qué no me llevaron con ellos?
Ya nada me quedaba
en este mundo. Nada.
Estaba sola.
¿Por qué no nos
fuimos?
¿Por qué teníamos
que quedarnos?
Y recordé algo…
¿Por qué Ann ya
había sugerido que nos fuéramos?
Fue como si ella
supiera que algo malo nos iba a pasar.
Ellos murieron, y yo muerta en vida,
con el mayor sufrimiento que creí que llegaría a sentir jamás.
Nota: Actualizo la lista de capítulos siempre que subo uno nuevo ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario