Espero no haberme equivocado en la edición.
Bueno, pues ha llegado al blog el tercer capitulo de Gusto por Sufrir... Enjoy!!!
Algo pasó. Todo se detuvo. No escuché
más. Y la visión de otro de mis sueños apareció.
Suelo negro,
mi cuerpo tirado en él. Ojos llenos de odio mirándome.
Ese hombre
acercando su cara a la mía. Un estruendo. Dolor en mis huesos. Mis muñecas
ensangrentadas; ese tipo me había rasgado ambas manos hasta que mis huesos eran
visibles. Ahogaba mi dolor, no pude más; grité, grité tanto como me fue
posible. Grité hasta que sentí que mis pulmones también sangraban.
Ella apareció.
La hermosa mujer de ojos horribles. Rostro terso y cabello rojizo. Clavó sin
piedad algo en mi vientre. Mi vista se nubló y él chico apareció. Me intentó
ayudar. Intentó salvar lo poco que quedaba de mí ser. La chica maldecía y
ordenaba que nadie me ayudara. Él no escuchó y me sacó de ahí.
Me estremecí ante ese frío recuerdo.
¿Por qué había venido a mí? Eso lo había soñado días atrás. Incluso pensé que
los sueños sádicos y brutales no aparecerían más. Me equivoqué.
Pensé que tenía que ver con Rodrigo.
Pero todo cambio cuando el Director
terminó de hablar:
-Apenas hace
una hora nos dieron la terrible noticia, de que Rodrigo falleció… ayer por la
tarde, y se desconocen las causas; nos informarán de todo después; antes del
anochecer será enterrado.- No dijo nada más, solo dejó que captáramos todo sin
romper en llanto; mi corazón simplemente dejo de latir – de forma metafórica-,
fue como si se llevaran mi vida junto a la de él; ¡¿Cómo es posible?! No dejaba
de repetirme para mis adentros.
Intente llorar: Nada, no salio nada,
ni una sola gota, era tan frustrante, de lo más nefasto que podría llegar a
ser. Ahí mismo pude haberme ahogado del coraje. Se empezaron a escuchar los
ruidos de todos; sacaban sus conclusiones y ninguno le atinaba; solo yo podía
extrañarlo mucho más que cualquiera, y recordar los mejores momentos que se
pudiesen pasar con él.
Cerré los ojos uno segundos y recordé
aquella vez, cuando cursábamos tercero de secundaria y Rodrigo tenía novia, era
Jessica para desgracia de cualquiera, era la peor, lo trataba de la peor manera
que pudiese existir. Como siempre Rodrigo no decía nada, fue paciente y
comprensivo, Jess no tuvo una familia; creció con sus tíos y a causa de ello se
convirtió en alguien denigrante y odiada a sus espaldas, vivió en la hipocresía
de todo aquel que la rodeaba, fue muy triste, así que Rodrigo le mostró un poco
del cariño que se ausentó en su vida. Aunque fueran novios la mayor parte del
tiempo lo pasaba conmigo, reíamos, bromeábamos, todo, era entre él y yo.
En una clase libre que tuvimos ambos
salimos a espaldas de la mayoría, excepto de ella, fue un gran error, nos
paramos cerca de un árbol muy pequeño y una barda enorme; solo me dijo en voz
extremadamente baja:
-Gracias
por ser mi amiga… no… más que eso.
-¿Eh?-
Pronuncie sin comprender. No entendí por que me había pedido ir ahí detrás, ni
por que me había tomado por la cintura, nunca pensé en hacer lo mismo pero en
el momento olvide cualquier cosa, toda regla fue sacada de mi mente, ya nada
importaba, solo que estuviera cerca de mí, solo él podía recordarme algo de
bueno que tenía la vida. Lo abrasé, y de inmediato lo miré a la cara que estaba
tan cerca, demasiado para el bien de ambos; pasó mucho tiempo, no deje de
contemplarlo ni viceversa, era extraño sentir algo con tanta fuerza, algo de lo
que había dudado mucho.
Cerró los ojos y me asuste, conocía lo
que seguía, pero no quería que sucediera, es más, intenté soltarme, fue
inútil, ahí mismo me debilité demasiado,
y simplemente seguí el ritmo, el paso siguiente.
Se acercaba más y más, yo no cerraba
los ojos me mantenía atenta, pendiente de su rostro y de lo que haría el mió, a
dos milímetros, y sus labios ya rozaban los míos – de saber lo que pasaría
después me habría adelantado para que aquello hubiera durado mucho más- un
milímetro: dudó, pensé que debía apartarme, me apretó con mayor fuerza: ahí
supe que se iba a efectuar y me dejé llevar, acepte cerrar mis ojos eso era
nuevo pero me disponía a experimentar: nada, ya no había distancia entre su
boca y mi boca; eran uno, eran todo, mis brazos lo apretaron con total intensidad:
Un sollozo, un suspiro, un gemido y
más ansia por continuar, fue lo que se efectúo en ese momento por parte de los
dos. Uno, Dos, Tres, Cuatro segundos ya se habían recorrido lentamente, mi
conciencia se había dispersado, mi alma se había consumido; Nueve, Diez, Once,
parecía interminable, Quince, creí que podría existir eso del ‘‘amor’’.
Veinte, algo andaba mal, no era
posible que, eso durara tanto. Algo en los dos se paró; despejé mi vista; y nos
separamos como menos de medio metro; sostenía la mirada fija en mí y yo igual.
Me había fascinado sentir y hacer algo como eso, era nuevo e interesante, no me
soltaba, y volvió a besarme, tres besos cortos, rápidos, a los que yo por
supuesto respondí. En medio de ello Jessica nos llegó no se de donde, pero
estaba ahí, guardando distancia; en cuanto la vimos lo más obvio del mundo se
dio, nos separamos como por arte de magia:
-Por mí no se detengan- Clásico
sarcasmo- Ya estaba por irme,-Clásica sonrisa falsa y clásica mirada de
desaprobación. Se fue disparada pero sin correr, y ¡Clásico! Rodrigo tras ella,
con el… ¡Clásico! –‘‘No es lo que estás pensando’’
Al día siguiente me contó lo tonta que
fue al creerse su historia falsa – la cual no me contó- Y yo le dije lo imbécil
que era al creer que ella lo había creído.
Pero no se habló más sobre el tema. Lo
dejamos pasar. Ella siguió fingiendo que, era algo parecido a una amiga mía,
supongo. Y que ellos llevaban una gran relación, un casi perfecto noviazgo.
Pero ahora. Ahora que, según palabras
llevadas a mis oídos él, ya no estaría más. Nunca más nos volveríamos a
equivocar. Nunca más podría escucharle reír, llorar… Hablar.
El solo echo era lo más triste que
podía pensar. Lo más triste que podía sentir.
Y aun sintiendo esa pena y dolor
asfixiante no lograban llenar mi ser para hacerlo llorar. -¡Que demonios pasa
conmigo!- pensé. No era justo. Acaso mi mejor amigo en la vida ¿no merecía mis
lagrimas?
Al parecer no. No le tenía lástima,
pero, sentí que al no llorar por él, lo estaba traicionando. Y al mismo tiempo sentí que no debía hacerlo;
jamás le habría gustado verme llorar por él. No tenía ni la mas remota idea de
cómo debía reaccionar.
Estaba perdida en una revuelta de
sentimientos que debía encontrar.
Cuando me di cuenta Carrie y Marisol
estaban conmigo, como esperando que yo me levantara y las abrazara para, así,
acompañarnos en nuestro mutuo dolor. Yo fui la persona más fría en ese momento.
No las mire a los ojos siquiera. No dejé que algo de mi saliera. Un nudo en mi
pecho me impedía mostrarme así; débil, sincera, vulnerable a cualquier puntapié
que – obvio- en ese momento podía recibir sin darme cuenta.
Preferí salir, apartarme; y
pensándolo, mis amigas no se merecían mi enojo, por que en ese momento podría
haber ido contra cualquiera, y ellas no tenían que cargar con mi coraje.
Ya para cuando estaba a punto de
hacerlo el dorso del profesor de Química – del cual no recuerdo su nombre
ahora- entró al compás en el que yo salía. Prácticamente nos topamos las
narices el uno con el otro. Solo me aparte de él y salí sin preguntar nada.
Pero cuando me creía libre de huir el nuevo obstáculo apareció, él Director
estaba casi enfrente de mí y me pidió de favor que entrara al aula. Solo
recuerdo mi fastidio incomparable y mis ganas de decirle muchas cosas pero él parecía
saberlo, parecía comprender un poco, tan solo un poco de lo que estaba
sintiendo en ese momento.
-Solo
escucha otro aviso importante de mi parte y si quieres salir de nuevo, podrás
hacerlo con toda mi autorización.- Acaso…
-¿Cree
usted acaso que necesito desahogarme? – Detrás del señor se encontraba otra
persona, pero parecía como si quisiese que yo no lo viera. Se escudaba con la
espalda del Director (muy bien) pero me limite a lo importante: mi escapada,
que parecía no tener éxito. En ese momento no tenía idea de que esa silueta
masculina tuviera importancia.
-Los
vi muchas veces juntos.- Respondió a algo que no se le había preguntado.
-A…
¿Quiénes? – Balbucee.
-A
ustedes dos. A ti y a Rodrigo, que nos dejó.
-Prefiero
no recordar. De hecho eso es lo que más odio. Señor- Contesté molesta
-Pero
eso es bueno. Aun me acuerdo de ustedes entrando el primer día, tomados de las
manos- Decía mientras sonreía abiertamente mientras que yo, sentía vergüenza
con el tipo de atrás. Fue increíble que aquello me hubiese avergonzado con
alguien a quien yo todavía no conocía. Preferí realmente no recordar y no
hablar más. Para mí es lo mas desastroso y penoso. Recordar. Aunque minutos
antes lo había hecho.
Solo hice de cuenta de que todo estaba
como de costumbre y di media vuelta para así – ya derrotada- entrar al salón de
clases. Y en eso escuche el cuchicheo que el señor dio:
-Haz
que se sienta orgulloso de ti.
Eso me hirió en lo más profundo, fue
como si él señor creyera que yo no lo supiese ya, eso lo sabía mejor que nadie,
pero seguro que no se notaba, seguro. Era eso.
Me senté en mi nuevo lugar. Sin
importarme en lo más mínimo lo que los demás hacían – observarme y fingir
escuchar al maestro que ya se había callado justo después de darme la orden de
salir del aula, por salirme antes, sin permiso o algo; pero entró de vuelta el
Director para avisar algo más. Y lo que el torpe profesor dijera ya no valía.
Cuando el tipo con autoridad superior
a la mía empezó a hablar, recordé desafortunadamente ese día… El día de nuestra
entrada a la preparatoria. Y nuestra imagen de… ‘‘Novios inseparables’’ no me
había gustado nada, pero era lo que parecía ser. Entramos tomados de las manos
al instituto, fuimos de la mano a ver la lista de aulas, fuimos de las manos
hasta esa aula donde pasamos este lapso de tiempo juntos. Que simplemente se me
había escapado. Ya no existirían más momentos. Pasaron demasiado a prisa.
-Se
que les he dado malas noticias, pero no por ello no hay buenas. Hoy se une a
ustedes un nuevo compañero. Él nos acompañara en adelante, viene desde muy
lejos. Es originario de una parte muy pequeña de California; pero bueno no les
doy mas detalles. Su nombre es Zack DeLouise.
Decía muy orgulloso mientras que yo me
lamentaba con un doloroso ¡No! Más cambios en un día me iban a matar de la
impresión.
Pero debía mirarlo, tenía que hacerlo,
aunque me costara trabajo. Elevé la mirada a su altura – era muy alto debo
mencionar- su porte era de alguien muy fuerte a la vista, tanto como John –
Johnny, para los amigos- o como Daniel – pero él no es Danny, detesta que lo
llamen así- era igual de alto, y corpulento, de porte realmente atractivo para
cualquiera que busca pareja. Su cabello era lacio y algo largo, tapaba sus orejas y parecía que
su frente también. -Hasta ese momento no le había visto la cara- Mi sorpresa
mas grande con una explosión de sensaciones fue mirarlo a los ojos, en ese
momento, en el que él se volvió en mi dirección, como si supiera donde estaba
yo, como si ya me ubicara sin necesidad de buscarme.
Tal vez él no debió haberlo hecho, así
no me habría asustado y emocionado tanto al mismo tiempo.
Este muchacho que llevaba por nombre
‘‘Zack’’era exactamente el mismo joven con el que yo llevaba soñando mas de
tres años. Poco antes de haber ingresado
a la secundaria y ese guapo y sincero joven perturbaba mis noches, todas, de
una manera diferente. Pero que - casi- siempre terminaban en algo bueno. Pero
aquello era imposible. Totalmente ilógico, irreal e imposible.
Su rostro era exactamente igual a como
lo describía mi imaginación.
Igual al chico que la noche anterior
me estremecía con sus palabras, el mismo de hace tres noches. ¿Qué pasaba? ¿A
caso seguía yo dormida y balbuceando? ¿Aun la noche me contemplaba en mi cuarto
y en realidad Rodrigo no me había dejado? Eso último habría sido perfecto, lo
mejor, pero no. Todo era real y, muy normal. Pero eso no le quitaba lo
inquietante a la presencia de este individuo nuevo para la clase pero, no para
mí. Espere a que las cosas se enfriaran y las primeras chismosas lo acapararan
en cuanto el maestro de química nos dejara. Y fue así. Me quedé sentada,
callada. Sin moverme ni un poco. Congelada ante tanta exasperación.
Ese tipo tenía un timbre de voz
realmente exquisito. Era poco confundible a mi percepción. Era reconfortante de
algún modo escucharlo en la lejanía de, cuatro filas de bancas de distancia.
Platicaba con John, Daniel y Samuel como si ya se conocieran de tiempo. Ethan y
Brad le seguían la plática de cerca pero no tanto. Al poco rato llegó la primer
buitre en busca de su presa: Jess que se hacia pasar como la amiga confiable y
buena; como fingía siempre. Todos sin excepción charlaban con ella, como si
desde ya mucho se llevaran genial.
Marisol se acercó a mí. No la quería
cerca, pero ya estaba ahí.
-Yo sabía que…
él, estaba en el hospital desde el sábado; te llamé. Pero, creo que tú celular
estaba apagado, o algo así. No intente llamar después de eso, por que… pues, ya
sabes; mi mamá me lo prohibió - Explicó ella.
-Eso ya no importa – Repuse, seria, dando a
entender eso. Que no me importaba. O que ya no tenía sentido; él ya había
muerto. No quería compasión de nadie. No quería dolor falso de las demás
personas. Ya no.
By: Yocelyn Lpz
Saya Chan.