35 Quebrantando
Solo tengo en la cabeza la imagen de
Monique cuando regresamos a su casa. Y sus extremadamente cálidas palabras.
-Así
que ya sabes de nuestro secretito.
-Y
ni se esforzó en descubrirlo. -Le exclamó Beth.
Me preguntaron si quería saber más sobre
ellos. Pero en realidad no, no por ese día. No esa tarde. Accedieron, las cosas
eran más abiertas entre ellos y yo. Ahora si.
-Llevas
ya poco mas de dos meses sin ver a tus amigos ¿No los extrañas? Ni si quiera le
regresaste la llamada a ese… John.
Ellos no eran sobré protectores, pero
si eran buenos haciendo memoria de todo. Miriam, Beth y yo estábamos en una
graciosa tarde en mi habitación nueva.
-A
veces, pero no les puedo llamar. Es complicado.
-Llámales.
Seguro te extrañan.- Me insistió Miriam.
-No.
-¡Ya!
La hemos perdido, si dice No es No. Ya la conoces, déjala Miriam, sabes que no
accederá.
Ella lo aceptó. Y recibió una llamada,
estuvo por un minuto al teléfono, luego nos contó.
-Era
Cole.
-¡Wow!
¿En serio? ¡No lo creo! - Se mofó Beth.
En vez de molestarse sonrió. Se acercó
a la ventana y se recargó en el marco.
-Dicen
que el chico está cerca.
-¿Qué
chico? - Le pregunté.
-¿Recuerdas
el día fresco en la laguna?
-Si.
-Pues
tú pudiste ver a Derek tras un chico de negro. ¿No?- Continúo Beth.
-Si.
Creí que era un rastreador, pero no lo conozco.
Beth entró en una crisis de risa.
-¡Ese
hombre! ¿Un rastreador? ¡Claro que no! Imposible. Un lobo antes de rastreador.
-Lo
hemos estado buscando desde meses atrás. Estuvo viviendo en casa de Monique,
pero se escapó.- Dijo Miriam con una pizca de seriedad.
-¿Escapó?
-Si.
No por que estar con ella sea una tortura o por que ella fuese mala. Es solo un
idiota rebelde, que se creé con el poder de hacer lo que quiere.
-Si
no le gusta seguir reglas y eso. Si no le parecía la onda en la que se
encontraba ¿Por qué está cerca?- Espeté.
Ambas chicas se miraron. ¡¿Nunca se
hicieron esa pregunta?! Valla. Y yo soy la nueva en el tema.
-Algo
le atrajo. - Concluyó Miriam finalmente.
Eso fue todo. Al catalogar a mis amigas, se podrían
posicionar como:
Beth; la lobuna indomable y
entrometida.
Miriam, mariposa que aletea libre, sin
importarle más que su propia felicidad.
Mia un pétalo delicado, que se puede
romper al mas mínimo toque.
Por la mañana yo estaba sentada en el
sofá favorito del esposo de Monique. Ya era mi favorito también.
-Ya
casi lo atrapamos.- Dijo Derek triunfal.
Creo que fue la primera vez que le
escuchaba hablar. Se dirigió a mí al reprocharme:
-Aun
no creo que me pudieras confundir con Cole. ¡Yo soy más guapo! Incluso de lobo.
-Lo
siento.
-Mel
vamos a recorrer el campo de batalla.- Me invitó Adam.
Accedí. No nos alejamos mucho de la
casa, pero si lo suficiente para que nadie nos viera o escuchara. Del olor,
mejor ni lo menciono, imposible esconderte para los licántropos.
Creí ver metros atrás a Miriam y Cole,
haciendo lo suyo, pero no nos íbamos a detenernos a ver.
-¿Te
gusta este lugar?
-¿Eh?
No entendí, podía referirse al bosque
o a ese lugar en específico: la zona que nuestros pies palpaban.
Como sea solo dije que si. Él sujetó
mi mano. Se me acercó nervioso. Yo no pasaba estas embarazosas escenas desde la
secundaria. No quería pasarlas en ese momento con él. Acepto que no estaba mal.
Nada, ni el chico ni el lugar. Pero… tal ve no quería que se notara lo novata
que era. Solo besé aficionadamente a mi mejor amigo. Y nunca volvió a pasar.
Adam era realmente tierno, en todos
los aspectos. Se preocupaba de la manada, de mí. De cada detalle. Él esperaba
que cada cosa fuera igual de especial que la otra.
Y para cuando puso su mano en mi
cuello. Frené. Apenada, besé su mejilla. Dándole a entender que eso era lo mas
lejos que íbamos a llegar. Adam suspiró.
-Oye
no te culpo.- Me dijo.
Y mi cabeza gritaba en sintonía con mi
estómago. ¡¿Qué?!
-Me
gustas mucho Mel. Pero eso no quiere decir que yo te deba gustar.
¿No ha besado a alguien más?
-No.
No es por eso Adam. Es solo que no… realmente…
…Realmente no sabía que responder.
Rayos, no era buena en esto.
Y por suerte. Similar a la campana que
salva a la gente de situaciones problemáticas, me salvó un crujido sonoro a una
distancia considerable. Adam me miró.
-Debo
ir a…
-Está
bien.
-¿Estarás
bien?
Asentí. La casa no estaba lejos, podía
regresar en menos de cuarenta segundos si me lo proponía. Y mas allá de mi se
trasformó. No había un resplandor junto al cambio, solo el trastabillar de su
piel, sus huesos… y todo su cuerpo.
No me acerqué a levantar su ropa. Él
volvería. Me sentí realmente mal por él. Era obvio que ese ruido pudo ser de
cualquier cosa a pesar de haber sonado tan fuerte. Él chico solo quería
alejarse de mí por un rato, luego del rechazo Express que le había regalado.
Volví a la cabaña.
-¿Todo
está bien?- Preguntó Monique.
Mi cabeza empezó a dar vueltas. Mi
corazón empezó a bombear con una fuerza descomunal. No me sentía bien, en
ningún aspecto. Solo pensaba ¡valla que te habías tardado en empezar cuerpo!
Miré las paredes de un raro color.
Sabía que eran blancas, pero en ese preciso instante, pasaban de verde a lila,
y luego de azul a negro. Y me desplomé. Mis piernas ya no eran mías, ya no me
correspondían. Al caer me golpeé en la cabeza y cerré los ojos.
No supe más de mí.
36 Soleado
para llover
Desperté en el hospital con mi hermana
ahí de pie preguntando por mi estado. Ese no era Rick mi saca entrañas, pero
bueno, era un medico al final de cuentas.
Salimos del deprimente lugar con
grandes diferencias:
1-Yo no podía caminar.
2-A veces veía las orejas de Mark más
grandes. (Pero eso siempre a sido así, si lo pienso)
3-Llevábamos en el maletero una silla
de ruedas.
4-No tenía idea de quien sabía de mí
ahora.
Eso último fue puesto al descubierto
rápidamente. Por nada más ni nada menos que mi querida hermana.
Ya estaba en mi habitación bajo el
edredón negro con estampados florales.
-Lo
siento mucho Mel. Pero al ver a esa señora- Se refería a Monique- sentí que era
imposible mentirle. Y nos ha ayudado bastante.
-Ya
sé. Siempre supe que no me iba a durar tanto la función. Solo hace falta
mirarme, estoy aquí sin siquiera poder ir al retrete sola.
-¿No
estás molesta?
-Algo,
pero no por que lo ayas divulgado a todo el pueblo…
-¡Oh!
Si te haz enojado.
-No,
no, no. Es en serio, no me molestó…
-¡Ay
por favor! ¿A quién engañas?
-No,
solo, a la próxima elijan un pueblo el triple de pequeño y no hay problema.
-Ah,
Mel, eso nos dejaría con nuestra casa y un establo abandonado.
Es cierto, se veía tan pequeño. Y
triplicar eso lo convertía en el lugar más diminuto del universo. No entiendo
como es que hay tantos estudiantes en el Instituto.
-¿Todo
bien?- Preguntó Mark.
Este tipo es de lo mejor, siempre
preocupándose por mí. Y soportando mi peso al subir las escaleras.
-Casi.-
Le dije.
-¿Te
hace falta algo?
Sabía que si le mencionaba lo que de
verdad necesitaba, este matrimonio terminaría en una fuerte depresión. Pues les
habría dicho: Si, mis piernas moviéndose otra vez. Pero jamás les haría algo
así a ellos dos. Eran lo máximo, mejor que mis padres. En días no había pensado
en ellos.
-Si.
Una enorme pizza con extra queso.- Preferible.
Ambos sonrieron. Mil veces verlos reír
a verlos llorar por mí.
Y eso cenamos. ¡Agradecidos estamos de
que en el pueblo aya una pizzería con creaciones deliciosas!
***
Fría mañana. Creo que eran las ocho o
nueve. Y el auto de Mark estaba fuera de la casa de Monique. Él y mi hermana
bajaron para hablar con ella y Joe. Volvieron y Mark abrió mi puerta. Por
desgracia, yo estaba mas que apenada. Se supone que todos, todas las personas
que conozco saben casi perfectamente lo que me pasa.
-Es
hora- Recitó Mark.
Ambos suspiramos. Y antes de que
pusiera sus manos bajo mis muslos para levantarme apareció Cole.
-Déjame
hacerlo. - Le pidió a mi alegre cuñado.
-No
me tires- Pedí yo.
Solo sonrió y me llevó dentro de la
casa. Pude ver a Mia, Beth y Luke allí. Detrás de la puerta estaba Miriam. Mi
hermana entró detrás de Cole. Que me puso en el sillón, pero no era el favorito
de Joe, era el cercano a la entrada. Puse la manta rosa que Mark me había dado
sobre mis piernas, hasta cubrirlas por completo.
-Volveremos
pronto- Me dijo Jean.
-Estaré
bien, no te vallas preocupada.- Exclamé.
-Es
cierto Jeannette, no pueden irse pensando si la niña está bien o no. Ella
estará aquí, así que pierdan cuidado.- Especuló Monique.
-Lo
sé. Eso no es lo que me preocupa…
-Sabes
que estaré bien, pero no por cuanto estaré.- Concluí.
-No
te voy a mentir. Así es.
-Para
cuando vuelvas estaré aquí, no lo dudes.
-Tal
vez vuelvo hasta mañana. - Ahora se refería a la anfitriona y no a mí.
Ella le dijo que no era problema. Y mi
hermana y su esposo partieron a Nueva York. Sus empleos eran complicados. ¡Ja!
Un empleo me superaba.
Era un día muy iluminado, y mi
interior se sentía muy depresivo.
-Perdona
por como te traté Melanie.- Le escuché decir a Mia, pero no me lo creía.- Te
juzgué sin conocerte.
-Debes
entender lo que una loba piensa al ver a una niña medio humana en su
territorio. No es muy cómodo.- Ayudó Beth.
-No
hay problema. Entiendo.
Claro que dejé lo de ‘‘medio humana’’
pasar. Yo no quería verlo, pero tampoco iba a entrar en una crisis de negación.
Monique anunció el desayuno, y todos
fueron al comedor, menos yo, pero Cole me llevó a un asiento cercano, para
poder observarlos. Tomar tanta medicina te quita el apetito considerablemente.
-¿Dónde
está Dick, Mia? - Cuestionó Joe que estaba allí.
-Trabajando.
Sé que no debería, pero me insistió en quedarme. Tomó mi lugar.
-Lo
único que conseguirán con eso será que te despidan- Advirtió Cole.
-¡Ya
Melanie! Comienza a hacer tus preguntas sobre nosotros- Gritó Luke.
Miriam lo miro fijamente.
-Apuesto
que estás ansioso de contestar ¿no?- Le dijo.
-Algo.
-Bien
¿Qué saben de las otras especies?- Complací.
Todos comían como animales,
especialmente Luke. Sus instintos llaman con tocino en la mesa.
-Las
otras. Pues los vampiros son ancianos (en mayoría) Y hay otros.
Miriam no tardó en contestar. ¿Mayoría? Los shadow también lo pensaron. Que
aun quedaban unos vivos y jóvenes.
-Yo
conozco a los shadows. Sé que existen los Darkness. ¿Qué hay con ellos?
-Fácil.
-Contestó Beth- Son un grupo de inútiles que dicen poder contra nosotros. Los
Darkness son una bola de viejos odiosos que tienen el ego por encima de sí
mismos.
-Es
cierto.- Siguió Luke tragando bocado- Creemos que solo quedan cuatro de esos
ególatras. Esos cobardes mandan rastreadores para hacer sus trabajos, por que
ellos no pueden. En mi opinión, unos completos perdedores.
-Los
eh visto.- Dije, me miraron con exasperación- A los rastreadores. Ellos fueron
por mí. A mi antiguo hogar.
-Creo
saber por que. Tú no te sorprendes con facilidad, ¿no? Ni con lo de tu
enfermedad. -Alentó Monique.
-Eres
una Eternit.- Finalizó abruptamente Joe.
-¿Qué?
- Mencioné incrédula. Por desgracia creo que así era.- Díganme como reconocen a
uno. La forma en que saben que es un Eternit.
-Son
muy atractivos. - Empezó Beth. Suspirando con el hambre que suele demostrar
Jackie por los hombres. - Tienen visiones de lo que pasará.
-¿En
que momentos? Quiero decir, que si
existe uno especifico.
-No.
Algunos cuando cierran los ojos y visualizan algo, otros al dormir, unos en
cuanto parpadean. ¿Imaginas? Que difícil ah de ser no poder parpadear ni una
vez por que las visiones catastróficas se hacen presentes.
-¿Cómo
lo saben?
-Tuvimos
a un par de Eternit aquí. Hace dos años.- Dijo Monique.
-Uno
de ellos olía a Eternit. El otro olía a diferencia.- Dijo Cole.- Y creemos que
él chico más raro de los dos, en realidad era un vampiro que no sabía de su
propia identidad.
Gracioso, por que yo tampoco sabía de
la mía. El símbolo en mi hombro decía más que mi vida entera. Y no tenía idea
de cómo sobrellevarlo.
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