Pliegos Entintados

domingo, 18 de noviembre de 2012

Gusto por Sufrir Capitulos 35 & 36

Si no hay coherencia... Disculpen hehehe Ni yo la encontré. Y si le entienden... Gracias por leer xD


35 Quebrantando


Solo tengo en la cabeza la imagen de Monique cuando regresamos a su casa. Y sus extremadamente cálidas palabras.
         -Así que ya sabes de nuestro secretito.
         -Y ni se esforzó en descubrirlo. -Le exclamó Beth.
Me preguntaron si quería saber más sobre ellos. Pero en realidad no, no por ese día. No esa tarde. Accedieron, las cosas eran más abiertas entre ellos y yo. Ahora si.

         -Llevas ya poco mas de dos meses sin ver a tus amigos ¿No los extrañas? Ni si quiera le regresaste la llamada a ese… John.
Ellos no eran sobré protectores, pero si eran buenos haciendo memoria de todo. Miriam, Beth y yo estábamos en una graciosa tarde en mi habitación nueva.
         -A veces, pero no les puedo llamar. Es complicado.
         -Llámales. Seguro te extrañan.- Me insistió Miriam.
         -No.
         -¡Ya! La hemos perdido, si dice No es No. Ya la conoces, déjala Miriam, sabes que no accederá.
Ella lo aceptó. Y recibió una llamada, estuvo por un minuto al teléfono, luego nos contó.
         -Era Cole.
         -¡Wow! ¿En serio? ¡No lo creo! - Se mofó Beth.
En vez de molestarse sonrió. Se acercó a la ventana y se recargó en el marco.
         -Dicen que el chico está cerca.
         -¿Qué chico? - Le pregunté.
         -¿Recuerdas el día fresco en la laguna?
         -Si.
         -Pues tú pudiste ver a Derek tras un chico de negro. ¿No?- Continúo Beth.
         -Si. Creí que era un rastreador, pero no lo conozco.
Beth entró en una crisis de risa.
         -¡Ese hombre! ¿Un rastreador? ¡Claro que no! Imposible. Un lobo antes de rastreador.
         -Lo hemos estado buscando desde meses atrás. Estuvo viviendo en casa de Monique, pero se escapó.- Dijo Miriam con una pizca de seriedad.
         -¿Escapó?
         -Si. No por que estar con ella sea una tortura o por que ella fuese mala. Es solo un idiota rebelde, que se creé con el poder de hacer lo que quiere.
         -Si no le gusta seguir reglas y eso. Si no le parecía la onda en la que se encontraba ¿Por qué está cerca?- Espeté.
Ambas chicas se miraron. ¡¿Nunca se hicieron esa pregunta?! Valla. Y yo soy la nueva en el tema.
         -Algo le atrajo. - Concluyó Miriam finalmente.
Eso fue todo.  Al catalogar a mis amigas, se podrían posicionar como:

Beth; la lobuna indomable y entrometida.
Miriam, mariposa que aletea libre, sin importarle más que su propia felicidad.
Mia un pétalo delicado, que se puede romper al mas mínimo toque.

Por la mañana yo estaba sentada en el sofá favorito del esposo de Monique. Ya era mi favorito también.
         -Ya casi lo atrapamos.- Dijo Derek triunfal.
Creo que fue la primera vez que le escuchaba hablar. Se dirigió a mí al reprocharme:
         -Aun no creo que me pudieras confundir con Cole. ¡Yo soy más guapo! Incluso de lobo.
         -Lo siento.
         -Mel vamos a recorrer el campo de batalla.- Me invitó Adam.
Accedí. No nos alejamos mucho de la casa, pero si lo suficiente para que nadie nos viera o escuchara. Del olor, mejor ni lo menciono, imposible esconderte para los licántropos.
Creí ver metros atrás a Miriam y Cole, haciendo lo suyo, pero no nos íbamos a detenernos a ver.
         -¿Te gusta este lugar?
         -¿Eh?
No entendí, podía referirse al bosque o a ese lugar en específico: la zona que nuestros pies palpaban.
Como sea solo dije que si. Él sujetó mi mano. Se me acercó nervioso. Yo no pasaba estas embarazosas escenas desde la secundaria. No quería pasarlas en ese momento con él. Acepto que no estaba mal. Nada, ni el chico ni el lugar. Pero… tal ve no quería que se notara lo novata que era. Solo besé aficionadamente a mi mejor amigo. Y nunca volvió a pasar.
Adam era realmente tierno, en todos los aspectos. Se preocupaba de la manada, de mí. De cada detalle. Él esperaba que cada cosa fuera igual de especial que la otra.
Y para cuando puso su mano en mi cuello. Frené. Apenada, besé su mejilla. Dándole a entender que eso era lo mas lejos que íbamos a llegar. Adam suspiró.
         -Oye no te culpo.- Me dijo.
Y mi cabeza gritaba en sintonía con mi estómago. ¡¿Qué?!
         -Me gustas mucho Mel. Pero eso no quiere decir que yo te deba gustar.
¿No ha besado a alguien más?
         -No. No es por eso Adam. Es solo que no… realmente…

…Realmente no sabía que responder. Rayos, no era buena en esto.
Y por suerte. Similar a la campana que salva a la gente de situaciones problemáticas, me salvó un crujido sonoro a una distancia considerable. Adam me miró.
         -Debo ir a…
         -Está bien.
         -¿Estarás bien?
Asentí. La casa no estaba lejos, podía regresar en menos de cuarenta segundos si me lo proponía. Y mas allá de mi se trasformó. No había un resplandor junto al cambio, solo el trastabillar de su piel, sus huesos… y todo su cuerpo.
No me acerqué a levantar su ropa. Él volvería. Me sentí realmente mal por él. Era obvio que ese ruido pudo ser de cualquier cosa a pesar de haber sonado tan fuerte. Él chico solo quería alejarse de mí por un rato, luego del rechazo Express que le había regalado.
Volví a la cabaña.
         -¿Todo está bien?- Preguntó Monique.
Mi cabeza empezó a dar vueltas. Mi corazón empezó a bombear con una fuerza descomunal. No me sentía bien, en ningún aspecto. Solo pensaba ¡valla que te habías tardado en empezar cuerpo!
Miré las paredes de un raro color. Sabía que eran blancas, pero en ese preciso instante, pasaban de verde a lila, y luego de azul a negro. Y me desplomé. Mis piernas ya no eran mías, ya no me correspondían. Al caer me golpeé en la cabeza y cerré los ojos.
No supe más de mí.











36 Soleado para llover


Desperté en el hospital con mi hermana ahí de pie preguntando por mi estado. Ese no era Rick mi saca entrañas, pero bueno, era un medico al final de cuentas.
Salimos del deprimente lugar con grandes diferencias:
1-Yo no podía caminar.
2-A veces veía las orejas de Mark más grandes. (Pero eso siempre a sido así, si lo pienso)
3-Llevábamos en el maletero una silla de ruedas.
4-No tenía idea de quien sabía de mí ahora.
Eso último fue puesto al descubierto rápidamente. Por nada más ni nada menos que mi querida hermana.

Ya estaba en mi habitación bajo el edredón negro con estampados florales.
         -Lo siento mucho Mel. Pero al ver a esa señora- Se refería a Monique- sentí que era imposible mentirle. Y nos ha ayudado bastante.
         -Ya sé. Siempre supe que no me iba a durar tanto la función. Solo hace falta mirarme, estoy aquí sin siquiera poder ir al retrete sola.
         -¿No estás molesta?
         -Algo, pero no por que lo ayas divulgado a todo el pueblo…
         -¡Oh! Si te haz enojado.
         -No, no, no. Es en serio, no me molestó…
         -¡Ay por favor! ¿A quién engañas?
         -No, solo, a la próxima elijan un pueblo el triple de pequeño y no hay problema.
         -Ah, Mel, eso nos dejaría con nuestra casa y un establo abandonado.
Es cierto, se veía tan pequeño. Y triplicar eso lo convertía en el lugar más diminuto del universo. No entiendo como es que hay tantos estudiantes en el Instituto.
         -¿Todo bien?- Preguntó Mark.
Este tipo es de lo mejor, siempre preocupándose por mí. Y soportando mi peso al subir las escaleras.
         -Casi.- Le dije.
         -¿Te hace falta algo?
Sabía que si le mencionaba lo que de verdad necesitaba, este matrimonio terminaría en una fuerte depresión. Pues les habría dicho: Si, mis piernas moviéndose otra vez. Pero jamás les haría algo así a ellos dos. Eran lo máximo, mejor que mis padres. En días no había pensado en ellos.
         -Si. Una enorme pizza con extra queso.- Preferible.
Ambos sonrieron. Mil veces verlos reír a verlos llorar por mí.
Y eso cenamos. ¡Agradecidos estamos de que en el pueblo aya una pizzería con creaciones deliciosas!

***

Fría mañana. Creo que eran las ocho o nueve. Y el auto de Mark estaba fuera de la casa de Monique. Él y mi hermana bajaron para hablar con ella y Joe. Volvieron y Mark abrió mi puerta. Por desgracia, yo estaba mas que apenada. Se supone que todos, todas las personas que conozco saben casi perfectamente lo que me pasa.
         -Es hora- Recitó Mark.
Ambos suspiramos. Y antes de que pusiera sus manos bajo mis muslos para levantarme apareció Cole.
         -Déjame hacerlo. - Le pidió a mi alegre cuñado.
         -No me tires- Pedí yo.
Solo sonrió y me llevó dentro de la casa. Pude ver a Mia, Beth y Luke allí. Detrás de la puerta estaba Miriam. Mi hermana entró detrás de Cole. Que me puso en el sillón, pero no era el favorito de Joe, era el cercano a la entrada. Puse la manta rosa que Mark me había dado sobre mis piernas, hasta cubrirlas por completo.
         -Volveremos pronto- Me dijo Jean.
         -Estaré bien, no te vallas preocupada.- Exclamé.
         -Es cierto Jeannette, no pueden irse pensando si la niña está bien o no. Ella estará aquí, así que pierdan cuidado.- Especuló Monique.
         -Lo sé. Eso no es lo que me preocupa…
         -Sabes que estaré bien, pero no por cuanto estaré.- Concluí.
         -No te voy a mentir. Así es.
         -Para cuando vuelvas estaré aquí, no lo dudes.
         -Tal vez vuelvo hasta mañana. - Ahora se refería a la anfitriona y no a mí.
Ella le dijo que no era problema. Y mi hermana y su esposo partieron a Nueva York. Sus empleos eran complicados. ¡Ja! Un empleo me superaba.
Era un día muy iluminado, y mi interior se sentía muy depresivo.
         -Perdona por como te traté Melanie.- Le escuché decir a Mia, pero no me lo creía.- Te juzgué sin conocerte.
         -Debes entender lo que una loba piensa al ver a una niña medio humana en su territorio. No es muy cómodo.- Ayudó Beth.
         -No hay problema. Entiendo.
Claro que dejé lo de ‘‘medio humana’’ pasar. Yo no quería verlo, pero tampoco iba a entrar en una crisis de negación.
Monique anunció el desayuno, y todos fueron al comedor, menos yo, pero Cole me llevó a un asiento cercano, para poder observarlos. Tomar tanta medicina te quita el apetito considerablemente.
         -¿Dónde está Dick, Mia? - Cuestionó Joe que estaba allí.
         -Trabajando. Sé que no debería, pero me insistió en quedarme. Tomó mi lugar.
         -Lo único que conseguirán con eso será que te despidan- Advirtió Cole.
         -¡Ya Melanie! Comienza a hacer tus preguntas sobre nosotros- Gritó Luke.
Miriam lo miro fijamente.
         -Apuesto que estás ansioso de contestar ¿no?- Le dijo.
         -Algo.
         -Bien ¿Qué saben de las otras especies?- Complací.
Todos comían como animales, especialmente Luke. Sus instintos llaman con tocino en la mesa.
         -Las otras. Pues los vampiros son ancianos (en mayoría) Y hay otros.
Miriam no tardó en contestar.  ¿Mayoría? Los shadow también lo pensaron. Que aun quedaban unos vivos y jóvenes.
         -Yo conozco a los shadows. Sé que existen los Darkness. ¿Qué hay con ellos?
         -Fácil. -Contestó Beth- Son un grupo de inútiles que dicen poder contra nosotros. Los Darkness son una bola de viejos odiosos que tienen el ego por encima de sí mismos.
         -Es cierto.- Siguió Luke tragando bocado- Creemos que solo quedan cuatro de esos ególatras. Esos cobardes mandan rastreadores para hacer sus trabajos, por que ellos no pueden. En mi opinión, unos completos perdedores.
         -Los eh visto.- Dije, me miraron con exasperación- A los rastreadores. Ellos fueron por mí. A mi antiguo hogar.
         -Creo saber por que. Tú no te sorprendes con facilidad, ¿no? Ni con lo de tu enfermedad. -Alentó Monique.
         -Eres una Eternit.- Finalizó abruptamente Joe.
         -¿Qué? - Mencioné incrédula. Por desgracia creo que así era.- Díganme como reconocen a uno. La forma en que saben que es un Eternit.
         -Son muy atractivos. - Empezó Beth. Suspirando con el hambre que suele demostrar Jackie por los hombres. - Tienen visiones de lo que pasará.
         -¿En que momentos?  Quiero decir, que si existe uno especifico.
         -No. Algunos cuando cierran los ojos y visualizan algo, otros al dormir, unos en cuanto parpadean. ¿Imaginas? Que difícil ah de ser no poder parpadear ni una vez por que las visiones catastróficas se hacen presentes.
         -¿Cómo lo saben?
         -Tuvimos a un par de Eternit aquí. Hace dos años.- Dijo Monique.
         -Uno de ellos olía a Eternit. El otro olía a diferencia.- Dijo Cole.- Y creemos que él chico más raro de los dos, en realidad era un vampiro que no sabía de su propia identidad.
Gracioso, por que yo tampoco sabía de la mía. El símbolo en mi hombro decía más que mi vida entera. Y no tenía idea de cómo sobrellevarlo.


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